A la hora de elegir una botella de vino, lo más probable es que vengan a la mente los burdeos franceses, riojas españoles u oportos portugueses. Sin embargo, Sudamérica también produce grandes caldos. Las reservas vinícolas chilenas y argentinas son excelentes, y pueden competir en calidad con vinos californianos o europeos. Argentina es el cuarto productor mundial de vino y el cuarto consumidor per cápita, y la mayor parte de su consumo es de reservas propias. Son, por tanto, vinos de calidad.
En Argentina se cultivan más de 50 variedades de uvas para vinos, incluyendo las más tradicionales de Europa y algunas que son desconocidas o de escasa importancia en el resto del mundo. Dos de ellas se pueden considerar no sólo como típicamente argentinas sino que son sumamente apreciadas en el exterior.
Entre los vinos blancos, el vino más conocido es el Torrontés, de origen probablemente español -aunque no está comprobado-. Se muestra increíblemente aromático y frutado al olfato, y especialmente seco y sabroso en la boca. Si hay que compararlo con un vino europeo, la comparación más acertada sería probablemente la de una combinación de Moscatel con Tramminer.
Si se busca un tinto, la elección ha de ser un Malbec 100% varietal, de calidad internacional. Es una uva de origen francés que se está erradicando en la región de Burdeos y que mantiene sólo cierta importancia en el valle del Ródano. Si Ud. le pregunta a un experto argentino le dirá que el Malbec es el abanderado de los vinos argentinos, superior a variedades como el Cabernet Sauvignon.
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